El teléfono no para de sonar y Emmanuel Tourette anda dando los últimos retoques a su peluquería. No le ha dado tiempo a abrir hoy y está concediendo citas para este jueves. El spray desinfectante de alcohol se ha convertido en una prolongación más de su cuerpo.
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“Yo no me voy a disfrazar de cosmonauta. Utilizaré las técnicas de Europa del Norte de trabajar con gestos de barrera. Llevaremos bata y mascarillas. No hay profesión que tenga las manos más limpias que nosotros”, explica Tourette, francés que regenta desde hace 17 años la peluquería Le Salon d’ Apodaca, situada en el madrileño barrio de Malasaña.
A escasos metros, Jilmert aguarda a las puertas de una barbería en la Corredera Alta de San Pablo. Va pertrechado con una gran mascarilla, que le cubre casi toda la cara, y trae el bote de gel puesto desde casa: “Estaba deseando venir. Cuando lo anunciaron, lo primero que hice fue pedir cita”.
Dentro del local, Gerardo Díaz se afana en cortar el pelo a uno de los primeros clientes de la mañana. “Estamos aprendiendo a trabajar de nuevo. Lo tengo todo muy limpito y con mucha desinfección”, relata Díaz.
Las peluquerías echaron a andar esta mañana a medio gas con todas las precauciones sanitarias y la incertidumbre pegada a los talones. La fase 0 de la desescalada se hará de manera bastante escalonada en este sector y sin precipitaciones. Nadie quiere dar un paso en falso ante la crisis provocada por la pandemia del coronavirus.
Desde que Pedro Sánchez anunció el pasado martes que podrían abrir con cita previa, los peluqueros han vivido pegados al BOE. Pero el documento no se publicó hasta la tarde del domingo.
Este retraso provocó que la mayoría de las peluquerías de Marco Aldany, la empresa líder en el sector con más de 300 establecimientos en España, no haya podido abrir hoy y lo haga a lo largo de la semana. Estas franquicias no trabajaban con cita previa, pero han tenido que instalar este sistema para adaptarse a los requisitos fijados por el Gobierno para la desescalada. A partir del 11 de mayo, ya no será necesario pedir cita previa.
“Me parece de chiste que publiquen el BOE el domingo con las instrucciones para abrir el lunes. Nosotros habíamos comprado 500 termómetros láser que ahora no valen para nada”, critica Alejandro Fernández, portavoz de la Alianza de Empresarios de Peluquería de España y presidente de Marco Aldany.
Los empresarios del sector reclaman al Gobierno la bajada del IVA del 21% al 10% para poder reactivar su actividad y que se aumente el aforo del 30 al 50%, como ha sucedido con la hostelería.
“Trabajar en estas condiciones no tiene sentido. Muchos si abren van a ir a la quiebra porque hay numerosos costes y pocos ingresos. Es la ruina y no van a poder aguantar ni dos meses”, añade Fernández.
Los grandes salones, como Tacha Beauty con una lista de espera de 800 personas, abrirán el miércoles para tener listas sus instalaciones, mientras que los clientes de Cheska tendrán que esperar un poco más porque están agrandando el local.
POCO PÚBLICO
Otros salones pequeños, que sí se estrenaron hoy, se quejaron de la falta de clientes. “No hay público. Muchos se han cortado el pelo en casa”, se lamentó Eugenio Gallego, dueño de otra barbería de la zona. De momento, ha decidido arrancar con un único oficial para que atienda a un cliente y la semana que viene, confía en que se reincorporen otros tres oficiales.
Todas las peluquerías están espaciando las citas para tener tiempo de desinfectar el material y evitar que los consumidores se tengan que cruzar, lo que supone reducir drásticamente el número de clientes.
Es necesario que hagan test a los trabajadores para que la vuelta a la normalidad sea segura
“Estamos cogiendo a muy poca gente, porque sólo podemos atender a una persona a la vez. Somos tres personas trabajando en la peluquería, pero sólo hemos sacado a una de ellas del Erte, porque no sabemos si va a haber otra recaída”, argumenta Carlis Reyes, encargada del salón de Lucía Delgadillo, situado en la calle de Alcalá.
Carmen Pereira Cerviño es de las clientas que ha acudido a la peluquería a darse mechas y a hacerse la cera. Lo primero que preguntó fue si los empleados se habían hecho el test de coronavirus y le contestaron que no.
Por eso, lanza esta petición al Gobierno: “Es necesario que hagan test a los trabajadores que vuelven a sus puestos para saber si son contagiosos o no. Y a los clientes deberían tomarles la temperatura. Sin test, la normalidad nunca será segura”.
Algunos, como Emmanuel Tourette, intentan recuperar, cuanto antes, esa añorada normalidad. Los clientes que entren en su peluquería deberán llevar la mascarilla y tendrán que echarse el gel desinfectante, lavarse las manos y volver a rociarse las manos con el gel: “Estamos ensayando el protocolo para saber bien lo que tenemos que hacer cuando vengan los usuarios. Vamos a estar todo el día fregando el suelo con el mocho puesto. Queremos que los clientes se sientan tranquilos y seguros, pero sin entrar en paranoias”, concluye.
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